sábado, 25 de febrero de 2023

Un lunes de 1989

El 27 de febrero salí normalmente para el trabajo. Los pasajes habían subido, la gente pagaba y no decía nada, pero se sentía algo en el aire. Estaba dando mi clase de Matemática sin contratiempos, pero se escuchaban rumores y se recibían muchas llamadas en el colegio (era una institución privada). La dirección decidió despachar a los alumnos (y a las alumnas) y cuando estaban saliendo, uno de mis estudiantes me tomó por el cuello de la camisa y me echó la culpa de lo que estaba pasando: “esos son ustedes, los comunistas”. Intenté tranquilizarlo, y nos fuimos yendo todos y todas. En la calle no se veía transporte público. Leí en un vespertino que pedí prestado, que había disturbios en Guarenas. Caminando ya cerca del Nuevo Circo, vi a un policía que se iba apurado y solo. Le pregunté qué pasaba. “Que la gente se arrechó”. Me acerqué hasta cerca del Nuevo Circo, veo a un amigo y le pregunto qué está haciendo: “esperando que se prenda el peo, para entrompar”. En la avenida Bolívar, una línea de motorizados había detenido el tráfico, ya la avenida estaba sin carros y ellos allí, esperando. Me fui a la Universidad Central de Venezuela. En la entrada de las Tres Gracias estaban en un enfrentamiento de rutina con la Policía Metropolitana, no parecían saber lo que estaba pasando. En la tarde, ya se había encendido el sacudón y supimos de una primera muerte, la de Yulimar Reyes. En la noche, terminamos en una reunión en una casa de La Florida, el grupo era del MAS y nos habían dicho que Teodoro Petkoff vendría. Y llegó. Después Efrén también llegó a la reunión, creo que fue él quien cargaba una torta entera de queso provolone. Lo probamos y Teodoro dijo: “con sabor a pueblo”. El pueblo se había alzado y el Estado recurrió al ejército para tratar de imponer el orden. Fue ya el 28 en la tarde cuando llegué a mi casa en El Cementerio. En cada esquina una barricada del ejército. Un oficial con el pantalón del uniforme y una camisa de bluejean dirigía el asunto. Cuando pude hablar con un soldado me dijo que tenía 18 años y venía de Barinas. Plomo y plomo contra Los Sintechos. Claramente no sabían contra quién estaban disparando. Intentaron ahogar en sangre la rebelión y destrozaron cualquier posibilidad de que las cosas siguieran igual. Se habían roto las reglas de juego de un Estado farsante. La entrada Un lunes de 1989 se publicó primero en Últimas Noticias.
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